La maternidad no viene con un manual, ¿te suena esta frase?, para quienes somos madres de niños neurodiversos esta frase vale por dos. No hay manual ni para la crianza ni mucho menos para la condición de nuestros hijos.
El mundo de la neurodiversidad supone mucho ensayo y error. Siempre vamos a hacer lo que consideremos mejor para nuestros hijos, pero resulta que eso que consideramos lo mejor, no siempre lo es. Este es un camino de aprendizaje continuo, así como nuestros hijos van avanzando y progresando, nosotros como padres también vamos evolucionando.
Cuando Diego fue Diagnosticado, mi visión del abordaje y crianza ideal era totalmente distinta a lo que es ahora. Mi hijo me ha ido mostrando el camino correcto y yo he ido aprendiendo a recorrerlo con él, acorde a sus necesidades más que a mis expectativas.
Llegar aquí me tomó unos cuantos tropiezos y errores, me tocó aprender y desaprender, probar y rectificar, este no es un camino recto, es una travesía llena de obstáculos, de aciertos y desaciertos, de avances y retrocesos.
Así es esta vida atípica que llevamos, aun así, la celebro, porque a nuestros hijos hay que celebrarlos, por encima de cualquier cosa.
Hoy quiero hacerte este camino un poquito más fácil y compartirte cinco cosas que no nos funcionaron en este recorrido de padres neuro diversos y lo que hicimos para corregirlas:
- Limitar nuestras salidas:
Cuando Diego estaba más pequeño, solíamos evaluar muy bien a qué lugares o invitaciones le dábamos el sí. El miedo nos invadía, miedo a que entrara en crisis, miedo a que se escapara en un lugar público y no lográramos detenerlo, miedo al estrés que sentiríamos de vivir situaciones como éstas. Con el tiempo entendimos que Diego no iba a desarrollar habilidades de adaptación si no lo exponíamos a distintas situaciones. Exponer a nuestros hijos a vivir experiencias en la calle, tanto a nivel social como ambiental y sensorial, les permiten, no sólo adaptarse, sino también aprender de su entorno. Son las experiencias la que más nos moldean, las que nos brindan oportunidades de descubrir nuevos intereses y de desarrollar nuevas habilidades.
Gracias a la exposición, Diego fue capaz de desensibilizarse en gran parte a nivel auditivo, desarrolló una capacidad de adaptación mayor a los cambios e incrementó su nivel de tolerancia a estar en ambientes concurridos o ruidosos.
Lo ideal es ir exponiéndonos de manera progresiva para incrementar su nivel de adaptación amablemente, sin causarles momentos de extremo estrés o frustración.
Nosotros como padres también lo necesitamos, privarlos de salir podría repercutir negativamente en nuestro bienestar emocional. Debemos aprender a vencer el miedo y aprender a asumir riesgos con nuestros hijos, al principio será difícil pero poco a poco, a medida que ellos van desarrollando esa capacidad de adaptación, las cosas irán fluyendo y se le irán haciendo más fácil. Si no lo intentas, nada va a cambiar. Piensa en esto, ¿Es esa la vida que quieres para ti y para tu hijo?, no dejes que el miedo controle tu vida y prive a tu hijo la oportunidad de nutrirse de las experiencias que le ofrezca el entorno.
- No dejarlos cometer errores:
Ese instinto sobreprotector que a veces, sin querer, se apodera de nosotros, nos juega en contra, incluso cuando todo lo que queremos es hacerles un bien a nuestros hijos. Esto fue lo que me ocurrió con Diego en varias oportunidades. Prevenir a nuestros hijos de cometer errores les impide aprender de éstos y desarrollar la capacidad de solución de problemas.
Cuando trabajé en colegios Montessori, aprendí que a los niños debemos darles espacio a veces cuando se les presenta un problema o dilema, “let them figure it out”, así me decían quiénes me entrenaron, refiriéndose a que debemos darles un tiempo para pensar en una solución antes de correr a ponérselas en bandeja de plata. Cuando les damos chance, los estamos motivando a pensar, a analizar las posibles salidas, esto estimula el desarrollo de habilidades como la creatividad y la toma de decisiones. Cuando, por el contrario, les ponemos la solución en bandeja de plata, el momento en que no lo hagamos se verán perdidos. Esto obviamente depende del grado de la condición de cada niño y es adaptativo a sus necesidades y capacidades.
Darles la oportunidad de pensar en la solución no significa no acudir a su ayuda cuando la necesitan, tampoco significa dejarlos solos por completo o dejarlos batallar, podemos guiarlos a encontrar las respuestas, hacerles acompañamiento mientras juntos buscamos la solución, lo cual es muy diferente a que nosotros les solucionemos directamente.
No se trata no sólo de permitirles cometer errores y aprender de ellos, sino también de ser amables en el proceso. Entender que es natural y humano errar y que nuestros hijos no son la excepción.
Decidí entonces esperar y observar cuando sabía que Diego estaba a punto de cometer un error, si, una vez cometido el error, Diego no lograba encontrar la solución, entonces intervenía para guiar y darle herramientas que lo llevaran a encontrar una respuesta, sin poner la solución en bandeja de plata. Esto ha sido muy efectivo y Diego hoy en día muestra más autonomía en este aspecto y una capacidad de solución de problemas bastante desarrollada.
- Hacer las cosas por él:
Esto está un poco relacionado al punto anterior, pero abarca otros escenarios. Bien sabemos que nuestros hijos tienen más dificultad para hacer ciertas cosas, esto a veces nos lleva a caer en dos patrones que no son favorables para el desarrollo de la autonomía y su autoestima. El primero es que generalizamos sus dificultades y sin querer creemos que todo les cuesta o que no van a ser capaces en muchos aspectos, el segundo es que evadimos o postponemos el motivarlos a hacer las cosas por sí mismos, sea porque es más fácil hacerlo por él o porque siempre estamos contra reloj.
Reconozco que éste ha sido uno de los patrones que más me costó romper como mamá, de hecho, considero que es algo en lo que debemos trabajar a diario, porque a veces hacemos las cosas por ellos sin darnos cuenta, en piloto automático, así que el primer paso para cambiar esto es ese, darnos cuenta. Hacer las cosas para nuestros hijos los priva de desarrollar habilidades e independencia y les deposita el mensaje en su cabecita de que nos necesitan para todo porque ellos no son capaces, les estamos diciendo indirectamente: “lo hago por ti porque tú no eres capaz, porque no confío en que puedas hacerlo por ti mismo”, afectando así su autoconfianza.
Comenzamos entonces a empoderar a Diego en las actividades del día a día, dejamos de escoger la ropa que debía colocarse después del baño y lo animamos a que lo hiciera él, dejamos de ordenar sus juguetes, de lavar su plato y de preparar su bolso para el cole, desarrollamos apoyos visuales para guiarlo en algunas tareas que fueron de mayor dificultad para él. El cambio ha sido muy positivo, ahora vemos a un Diego más maduro, más responsable y autónomo.
- tener expectativas poco realistas:
Los estándares de la sociedad, la forma en que fuimos criados, nuestras creencias, e incluso las expectativas que tenemos hacia nuestro hacia nosotros mismos, todos estos factores intervienen en las expectativas que desarrollamos hacia nuestros hijos.
Injustamente, la mayoría de las personas esperamos que los niños se comporten como adultos. Cuando hablamos de niños con condición, esta expectativa se hace más injusta aún. Muchas veces no es la conducta del niño lo que debemos solucionar, es nuestra conducta el real problema. Para entender esto debemos quitarnos muchas capas de encima, debemos mirar hacia dentro y preguntarnos qué esperamos de nuestros hijos y si eso que esperamos está acorde a sus capacidades y su edad.
Aprendí esto hace mucho tiempo, pero debo reforzarlo a diario, este también es un trabajo que requiere práctica constante, es un trabajo de mucha observación, hacia tu hijo y hacia ti misma. Para lograr esto, debemos estar dispuestos a desarrollar un cambio de perspectiva hacia los comportamientos de nuestros hijos, mirar la necesidad en lugar de la conducta, mirar la inocencia en lugar de la mala intención. Te aseguro que esto fortalecerá la conexión con tu hijo y también le ofrecerá a él un espacio más sano y seguro para ser y expresarse, para aprender y colaborar, desde la disposición y no desde la obligación.
- Corregir sus conductas de autorregulación:
Correr de una pared a otra de manera repetitiva, hacer ruidos verbales de forma rítmica y brincar desde una silla hasta el piso, son conductas típicas de Diego para autorregularse. Conductas que lo calman a él, pero que a mamá le estresan. Entonces mi subconsciente sólo me llevaba a hacer algo, redireccionar, incluso muchas veces sabiendo que eran conductas de autorregulación, por una simple razón, porque actuaba en piloto automático. De nuevo, el primer paso para actuar de manera correcta en estos casos es el darnos cuenta.
Cuando redireccionamos una conducta cuyo objetivo es regulación, ¿cuál creen que es el resultado?, terminamos desencadenando una conducta peor, nuestros hijos pueden desarrollar frustración y ansiedad. Todos tenemos nuestros mecanismos de autorregulación, con la gran diferencia de que la capacidad de autocontrol que tenemos las personas neurotípicas no se iguala a la de las personas neurodiversas. Nuestros hijos tienen más dificultad para lidiar efectivamente con las situaciones que les suponen retos, incomodidades o frustración.
Es necesario respetar las conductas de autorregulación de nuestros hijos, mirarlas con empatía, entender que hay una necesidad qué satisfacer con ellas.
Podemos paralelamente enseñar a nuestros hijos a desarrollar mecanismos de autorregulación efectivos, pero mientras lo aprenden, debemos ser amables con respecto a los mecanismos que ellos utilizan en la actualidad para autorregularse.
Hay sus excepciones, si el niño utiliza la autoagresión como mecanismo de autorregulación, entonces en estos casos sí es necesario redireccionar.
Me funcionó mucho con Diego observarlo mientras estaba teniendo conductas de autorregulación, mirar su necesidad a flor de piel, su carita inocente mientras las hace, sus gestos de que está librando tensión, me permite abordar estas conductas con empatía, aceptar que van a durar un tiempo y culminarán, soltar, soltar resistencia. Cuando aprendemos a observar, antes que juzgar, desarrollamos una perspectiva diferente, más enfocada en la compasión y el deseo de ayudar que en lo negativo y el deseo de corregir.
En conclusión:
La observación y el darnos cuenta son pilares fundamentales en la crianza y el abordaje de la condición de nuestros hijos. También es clave informarnos, aprender, conocer bien las necesidades de nuestros hijos, entender cuáles son sus principales retos y cómo debemos abordarlos adecuadamente. No actuar sólo por feeling sino también por conocimiento. Ser padres es una labor que involucra aprendizajes constantes, trabajemos en ser cada día una mejor versión de nosotros para nuestros hijos y seamos amables con nosotros mismos en el proceso.
Espero que este artículo te sea de gran ayuda para lograr esa mejor versión de ti que tú y tu hijo tanto se merecen. Te abrazo fuerte. Hasta la próxima! 😊